- Infecciones víricas como la escarlatina, el sarampión o la meningitis: estas patologías pueden dañar el oído y provocar un déficit auditivo más o menos grave. La otitis mal curada también puede causar pérdida de audición.
- Trauma acústico: los ruidos muy fuertes pueden dañar la delicada estructura interna del oído. La fuente sonora puede estar relacionada con nuestro trabajo, nuestro entorno (obras, fiestas, tráfico) o nuestras aficiones (escuchar música a un volumen demasiado elevado, cazar…).
- El abuso de sustancias como fármacos ototóxicos, alcohol y tabaco también pueden ser nocivos.
- Diabetes: aumenta en un 200% las probabilidades de desarrollar hipoacusia.